Cuando se quiere se hace. Sin medias tintas, aunque el proceso legislativo sea largo.
Phil Bryant, gobernador provida, republicano, se propuso limpiar su estado de establecimientos de la muerte. Haría lo que estuviese en su mano. Son años de batallas jurídicas.
La última clínica abortista del estado, Jackson Women’s Health Organization, ha recibido la notificación de que se le revoca la licencia –como a 007, licencia para matar–. No cumple con los requisitos sanitarios mínimos exigidos por la ley. Lógicamente han recurrido y podrán dedicarse a su macabro oficio durante un mes más. Pero podemos alegrarnos que Misisipi se convierte en el primer estado libre de aborto y se ha ganado una importante batalla por la abolición del aborto.
Hay en marcha una campaña para declarar inconstitucional la ley, que de hecho y a pesar de la sentencia Roe vs. Wade consigue por la vía administrativa evitar que se practiquen abortos. Para practicar abortos debes ser obstetra-ginecólogo habilitado por un hospital de Misisipi, con esta medida se asegura que la cualificación es médicamente adecuada en caso de dificultades y no aparece un Morín de la vida.
Pero resulta que en el estado no hay médicos abortistas disponibles, ni hospitales que acrediten a foráneos. Ergo, la clínica no puede tener a nadie y ha de cerrar.
Yo desconocía que Dakota del Sur, Dakota del Norte y Arkansas estaban en la misma situación que Misisipi, sólo había una clínica abortista. Habrán tomado nota.
¡Viva Misisipi, viva su gobernador, vivan sus votantes! A los 40 años de la trascendental sentencia que abría el aborto en USA, como dije, la batalla se empieza a ganar.