Por: Andrea C. Garzón C.
Septiembre 2 de 2024
Le fallamos a Javier[1] como sociedad y creo que en lugar de romantizar toda la situación por la que pasó, creyendo que terminar con el dolor físico y por ende con su vida, era el mejor camino, o incluso una solución.
Nos volvimos una sociedad hipócrita: podemos repudiar y rechazar el suicidio de una joven médica[2] porque fue sometida por sus profesores y compañeros al bullying y a la presión que vivió, y protestamos contra ello; pero aplaudimos y suavizamos la situación o el hecho extremo que alguien vive, como una enfermedad terminal, en donde hay intermediarios como el personal de la salud y hasta el mismo Estado o la Corte.
En definitiva, somos una sociedad que vive en plenitud la cultura del descarte,[3] “desechando al que ya no sirve, cuesta dinero o estorba, porque no son funcionales o porque es mejor, “termina con tu vida, acaba con tu sufrimiento y seguro a donde llegues eso ya no estará”. Sí este es el argumento, entonces, todos deberíamos suicidarnos, nadie, ninguno de nosotros está libre de angustias dolores y sufrimiento.
En conversaciones sobre todo lo que estaba pasando, un gran amigo mencionó que, ésta es la réplica exacta del pensamiento de Jean Paul Sartre, un existencialista, marxista y ateo que decía que la vida es una pasión inútil y lo mejor era acabar con ella, pero evidentemente él nunca fue coherente con lo que decía.
Sí, estoy muy tocada con este caso, con el caso de Javier. Sobre todo, por la forma cómplice y romantizada que gran parte de la sociedad asumió esta terrible pérdida. ¡Como si fuera heroico quitarse la vida! Y no me mal entienda, ni reinterpreten estas palabras. No con esto quiero parecer indolente ante la situación de Javier y la decisión que tomó, al contrario, me duele hasta lo profundo lo que tuvo que vivir, pero, sobre todo, la incapacidad de nuestra sociedad de acogerlo y llevarlo por caminos más esperanzadores, más de vida.
[1] La historia de Javier según medios: https://caracol.com.co/2024/08/30/historia-de-javier-acosta-hincha-de-millonarios-que-recibio-eutanasia-por-candida-auris/
[2] La historia de la Dra. Catalina Gutierrez, quien se suicidó por maltrato y presiones en la facultad de medicina: https://www.bbc.com/mundo/articles/cd1rmm0ym5yo
[3] Este “antipensamiento” implica un desgaste en la valoración del ser humano, en el cual se pone por encima el interés del capital sobre la dignidad de la persona. Se refiere también a una tendencia de hacer de la persona humana, y de su servicio, un objeto a desecharse. Ver: La cultura del descarte
Una de las grandes amenazas del siglo XXI en: https://es.catholic.net/op/articulos/70651/cat/414/la-cultura-del-descarte.html#modal