Tiempo de lectura: 3 min | Columna de Opinión
Recientemente se ha estrenado una nueva serie del universo cinematográfico de Marvel: Wanda Vision. Esta serie supone la existencia de dos mundos: el creado por Wanda que quiere de alguna manera sustraerse de la realidad y crear un mundo inventado en donde lo que ella imagine, tiene que persistir. Y el segundo, el mundo verdadero, donde el planeta entero está en peligro como consecuencia del mundo fantasioso de Wanda.
Esta serie, aunque es de ciencia ficción, no difiere mucho de la realidad en la que hoy vivimos. Las organizaciones feministas han querido continuamente crear un mundo imaginario donde la realidad (científica, filosófica y jurídica) no tiene ningún fundamento. En el caso del aborto, por ejemplo, desconocen la teoría celular, la genética, la embriología, la biología, entre otras ciencias para justificar el mayor crimen que ha cometido la humanidad recientemente. Desconocen por supuesto los conocimientos filosóficos sobre la esencia del ser y por supuesto, los Derechos Humanos al desconocer el más importante de ellos: la vida.
Desde luego, hay millones más que defendemos la vida desde la concepción y no la relativizamos según nos convenga. Entendemos, después de un estudio juicioso, que es imposible desconocer estos conocimientos mencionados previamente y que, por ende, tenemos la obligación de defender al ser humano en su estado más vulnerable. Que tenemos que defender al ser humano que no puede defenderse por sí mismo. Que tenemos que defender al ser humano que no puede hablar.
Hemos decidido, quienes defendemos la vida, arriesgarnos a enfrentar la realidad y tomar esa pastilla roja (en referencia a Matrix) para defender de lo que estamos seguros, es correcto. Porque, ¿Qué puede ser más correcto que defender la vida?, ¿Qué puede ser más correcto que defender a quien está en semejante estado de vulnerabilidad?
Ciertamente encontraremos resistencia en los colectivos feministas que más allá de razones, se guían por pasiones. Es por esto por lo que continuamente nos veremos enfrentados a recibir comentarios como “retrógrado”, “machista”, entre otros similares, en el mejor de los casos. Pero lo realmente importante no es dejarnos afectar por esos insultos que no responden a argumentos, sino enfocarnos a continuar día a día con nuestro trabajo de protección a la vida. Los conocimientos más avanzados están a nuestro favor y tenemos el deber de seguirlos transmitiendo sin miedo a esos ataques personales sin sustento.
Hoy día somos más los que defendemos la vida desde la concepción, así los medios nos quieran mostrar otra realidad. Recordemos que esta táctica mediática es utilizada para que nos autocensuremos, para que en vez de defender la realidad busquemos acoplarnos a lo que creemos la sociedad en su mayoría defiende, para que nos callemos muy en consonancia a lo que Elisabeth Noelle-Neumann denominaba “la espiral del silencio”.
Tenemos que empezar a olvidar que ese mundo imaginario que han creado determinados colectivos es cierto; la realidad es que el ser humano está vivo desde el momento de la fecundación y lo será hasta su fenecimiento. No hay otra realidad, ya la ciencia más avanzada lo ha ratificado.
Al día de hoy tenemos una de dos opciones: o vivir en ese imaginario de los colectivos feministas y continuar con el que quizás es el genocidio más grande de la historia de la humanidad, o quitarnos esa venda en la que nos quieren mantener con los argumentos pasionales y agresivos y, a través del debido estudio, comprender la importancia de la vida en todas sus etapas de desarrollo.
La invitación es precisamente a participar de manera activa en todas las actividades que propendan por defender la vida. La invitación es a estudiar sobre el desarrollo de la vida humana. La invitación es a no callarnos ante esta gran injusticia que la humanidad está cometiendo. Así, esperamos que todos los que lean este artículo nos puedan acompañar el 15 de mayo del cursante año a la marcha nacional que haremos por la vida. Cada uno, en la ciudad en la que esté, puede alzar la voz por aquellos que hoy no se pueden defender. Reitero, no están solos en esta lucha y somos muchos más quienes defendemos la vida que quienes están buscando acabarla.
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