Por: Jesús Magaña director de UxV
De manera injusta e ilegal, Profamilia abortó en Popayán al bebé JuanSe, sin cumplir con ninguna causal, pasando por encima de sentencias judiciales y sin tener en cuenta las súplicas de Juan Pablo, su padre, que hoy clama le den al menos el cuerpo de su hijo para enterrarlo.
Juan Sebastián tenía más de 7 meses de gestación y estaba en perfectas condiciones de salud; su vida ya era viable fuera del viente. Sin embargo, Profamilia dijo que estaba en riesgo la salud mental de la madre y procedió a abortarlo, actuando de manera arbitraria, pues ellos emitieron el concepto y ejecutaron el aborto. Los exámenes médicos externos demostraban lo contrario. Profamilia tenía un interés económico y político para realizar este aborto y por eso fue juez y parte.
La muerte de Juan Sebastián fue muy cruel y dolorosa, pues aunque no tenemos aun el detalle del procedimiento que le aplicaron, por ser una aborto en el tercer trimestre se requería practicar una aborto inducido. Esto quiere decir que JuanSe sufrió un dolor profundo y fue torturado. La práctica más común en este caso toma dos días y se llama aborto inducido, y está prohibido en la mayoría de los países donde el aborto es legal. El primer día, se le inyecta al bebé digoxin o cloruro de potasio en el corazón, cabeza o torso. Cuando los químicos hacen efecto, el bebé sufre un paro cardiaco y muere. La madre, mientras tanto, recibe luminaria o algas desinfectadas para abrir el cervix. El segundo día, una vez se ha comprobado que el bebé ha muerto, la mujer es inducida a un parto, con contracciones expulsando al bebé muerto. Si el bebé, por algún motivo, no sale completo, se deberá completar el procedimiento con un D&E, o dilatación y evacuación, donde se saca las partes restantes del bebé usando forceps.
Profamilia es el actor material de este crimen, innecesario e inconstitucional. Ellos han declarado que llevan más de 75.000 abortos realizados desde 2006, fecha de la despenalización del aborto en tres causales, según la Corte Constitucional. De estos, Profamilia asegura que el 90 % ha sido ejecutado usando la causal de salud mental de la madre, siendo ellos juez y parte en el proceso de evaluación de las madres y sin darles opciones diferentes al aborto. Lo que Profamilia no dice es que en los últimos cuatro años ha recibido 100.000 millones de pesos por parte del Estado por hacer abortos. Es una industria que se lucra con el asesinato.
Profamilia pasó por encima de la constitución, de las opiniones médicas y de la voluntad del padre y asesinó a JuanSe.
Pero los autores intelectuales de este holocausto son los 6 magistrados de la Corte Constitucional de Colombia que firmaron la sentencia SU096 en octubre del año 2018, que da pie a que el aborto se haga hasta un minuto antes de que el bebe nazca en cualquiera de las causales despenalizadas. De hecho, ahora mismo el magistrado Linares ha propuesto despenalizar el aborto en Colombia hasta las 12 semanas de gestación sin que se necesite ninguna causal para ello.
Es increíble que una Nación que ha sufrido tanto por la violencia y que lamenta las masacres como la de Bojayá, donde murieron cerca de 100 personas por los cilindros bomba de las FARC, tenga que sufrir ahora este holocausto en sus seres mas indefensos, los bebés, por la acción de instituciones que quieren cambiar la Constitución a su antojo a golpe de sentencias que no representan a los colombianos. Estos 6 magistrados no están protegiendo a la Constitución, estaño violando el artículo 11 que afirma que ” la vida humana en Colombia es inviolable, que no habrá pena de muerte”.
Es el momento de que todos los Colombianos nos expresemos con fuerza en contra de esta Corte dictatorial, que creen que la vida humana no es inviolable, y defiendan la vida de todas las personas. Colombia es una nación que ama y acoge la vida, especialmente la más inocente. Es una nación que está dispuesta a apoyar y a acompañar a las madres y mujeres en embarazos difíciles y que quiere dar siempre oportunidades para todos. La industria del aborto no puede seguirse enriqueciendo con la sangre de nuestros niños y el dolor de nuestras madres. Aquí ya no hay lugar para ellos.