En el artículo “La microcefalia y el aborto” publicado por el sitio web de la arquidiócesis, el Purpurado alertó que el debate sobre la posible relación de causalidad entre el Zika y la microcefalia “merece nuestra atención porque hay quienes ante esa dramática situación en vez de proponer la eliminación del mosquito (…), la investigación de las causas de la microcefalia en algunos puntos del país o el acompañamiento de los niños que padecen este problema y de sus madres, quieren eliminarlos en el vientre materno por medio del aborto”.
El Arzobispo recordó que el aborto es un pecado y “una afrenta a la biología, que es una ciencia capaz de demostrar que hay vida a partir de la concepción”.
Para defender esta afirmación el Cardenal usa algunas definiciones científicas tomadas del libro “A favor de la vida”. El texto aún no ha sido publicado pero el Arzobispo cuenta con la licencia correspondiente para citarlo.
El texto señala, entre otras cosas, que “la vida es la suma de propiedades por las cuales un organismo crece, se reproduce y se adapta a su ambiente; la cualidad a través de la cual un organismo difiere de los cuerpos orgánicos u orgánicamente muertos”.
Al respecto indica que “la vida es vida porque no es un cuerpo inorgánico ni un cuerpo orgánicamente muerto (es obvio)”. Con estas definiciones, el Purpurado subraya que “la manera más simple (y obvia) de probar que el niño por nacer está vivo” es esta:
“El óvulo de la mujer y el espermatozoide del hombre son células vivas y se unen dando origen a un ser vivo de la misma especie humana. La prueba de que hay vida en esas dos células, luego de que se funden (es una nueva vida), se reorganizan, crecen y continúan hasta tener todas las propiedades de una célula viva”.
El Cardenal explica que “defender lo contrario -el aborto- es plantear un doble asesinato: el físico contra un niño con microcefalia y el psíquico contra la madre que, por su instinto materno natural, nunca se olvidará de que su hijo, auténtico ser humano fue asesinado por tener una malformación para cual no podía haber cura, pero había un tratamiento capaz de mejorar su calidad de vida”.
“Defender el homicidio en el vientre materno en este momento de nuestra historia es dar pruebas de un sistema político-sanitario desechable que se ve incapaz de atender las cuestiones básicas de higiene de sus ciudadanos que pagan sus impuestos, sin mencionar el selectivismo que se esconde en esa idea eugenista que nos dice: ´sólo los saludables merecen vivir, los demás no’”, prosiguió.
El Purpurado concluyó resaltando que la Iglesia dice “no” a la tendencia abortista y “reafirma el SÍ a la vida, aunque esto le cueste las críticas y/o feroces persecuciones, Ella no traicionará al Señor Jesús que vino para que todos tengan vida y la tengan plenamente”.
Traducido por María Ximena Rondón. Publicado originalmente en ACI Digital.