El lobby gay vs la persona homosexual
La noticia de la Universidad de La Sabana retractándose del informe presentado a la Corte Constitucional en el tema de la adopción de niños por parte de parejas del mismo sexo, sin duda deja la libertad de opinión en el borde de la censura, o del matoneo mediático.
El informe reporta claramente que no se trata de una postura ética ni moral, sino un informe científico, y termina ese primer párrafo exponiendo que, debido a un mayor riesgo de desarrollar enfermedades, habría que señalar “que su comportamiento se aparta del común, lo que constituye de alguna manera una enfermedad”. Luego el reporte explica a qué se refiere con ese término: “Al señalar a alguien como enfermo, con riesgos de fracasar en su vida afectiva, de consumo de sustancias psicoactivas o con mayor tendencia al suicida no lo estamos discriminado sino señalando una situación. Cuando un médico le dice a un paciente que sufre de artritis reumatoide, patología que afecta a un porcentaje bajo de la población, no lo está discriminado, lo está señalando como una persona propensa a sufrir dolores articulares, deformidades osteo musculares, pero no la discrimina y sí le ofrece su ayuda”.
Y eso es precisamente lo que el lobby gay no quiere escuchar. Desde el inicio de la agenda homosexual a nivel mundial, se ha buscado “normalizar” la conducta homosexual, dejando de lado aspectos principales de la persona humana. El lobby gay tiene una agenda política, más allá de los derechos que buscan establecer para las personas homosexuales. Su estrategia para llevarla a cabo, incluye censurar y/o acallar a todo el que no piense igual. No sólo acallarlo y/o censurarlo sino “darse la pela” para que sean perseguidos, ridiculizados y sometidos al escarmiento de la opinión pública; muchas veces sin derecho a la defensa.
Pero es necesario separar los intereses del lobby gay de la persona homosexual. La homosexualidad es un tema controversial porque se ha asumido directamente con la identidad de la persona, y por lo tanto al establecer opiniones contrarias a la conducta homosexual, se asume que las opiniones van en contra de la persona. Nada más lejos de la realidad. El catecismo de la Iglesia católica es muy claro al respecto en su numeral 2358.
El mismo reporte de La Sabana clarifica su opinión frente a las personas homosexuales: “se les debe respeto” lee el documento. Y en general, todas las personas, clérigos, profesionales, amigos que conocen de cerca personas homosexuales profesan un gran cariño y en sinceridad, una preocupación, por el dolor que llevan, por el estigma que se les da y por la insatisfacción que muchos evidencian al hablar de su proyecto de vida.
Podría afirmarse que esto se debe a la discriminación a la que se les ha sometido por tantos años, y que si “el mundo” aceptara que la homosexualidad es normal, serían felices. Y aquí me remito a la antropología y a la esencia de la persona humana. La persona humana al ser un ser sexuado, evidencia esta sexualidad en las dimensiones de su ser: biológica, psicológica y espiritual (entendido como una apertura a la trascendencia). Una persona no es su orientación sexual solamente, una persona tiene también un rico mundo interior donde derivan sus emociones más íntimas, sus pensamientos más íntimos, sus experiencias afectivas y de donde surge su capacidad para relacionarse con sí mismo y con el mundo. Una persona humana tiene una historia de vida, un pasado, una familia, un entorno social; todos éstos se viven también desde la sexualidad que determinan a un hombre o una mujer. Si se parte de la teoría que sólo un cambio en el entorno social mejoraría la calidad y plenitud de vida de la persona homosexual, o si sólo se enfoca en la orientación sexual, se deja de lado la esencia de la persona humana, su SER en sus dimensiones y en su interacción con su entorno.
Por lo tanto, la imposición de la normalización de la conducta no es la verdadera respuesta a las necesidades emocionales y afectivas que tiene la persona homosexual, ya que desde una perspectiva antropológica, se evidencia que debe haber otros factores que estén causando dolor y dificultades emocionales.
La persona homosexual tiene mayores factores de riesgo para el desarrollo de problemas de salud como el VIH-SIDA, enfermedades de transmisión sexual y condiciones específicas como los relacionadas con la actividad sexual anal. Esto sumado a un riesgo elevado de 30% por encima de la población general para el desarrollo de trastornos mentales como la ansiedad, depresión y el uso y abuso de sustancias psicoactivas. Nuevamente, si para el desarrollo de un trastorno mental se establecen causas multifactoriales, es difícil establecer que éstos obedecen solamente a la presión social.
La persona homosexual necesita de la escucha, de la comprensión y de la compasión; ésta definida en palabras del Papa Francisco como “sufrir con”. El lobby gay necesita escuchar las voces de las personas que no están de acuerdo con su estrategia, que no me cabe la menor duda también incluye personas homosexuales ya que muchos no se sienten identificados con sus objetivos.
Es muy grave y triste que la Universidad de La Sabana haya decidido retractarse, y peor aún, pedir a la Corte Constitucional que no tuviera en cuenta el informe de la Facultad de Medicina. Una voz en el desierto fue callada por la estrategia del lobby gay. Lamentablemente la Universidad cayó “redonda” en las trampas de la estrategia; el precedente que genera es mortal para la libertad de opinión, la libertad de conciencia y la libertad religiosa.
Danelia Cardona MD MRCPsych
Médico Psiquiatra
Especialista en bioética
Directora
Departamento de Promoción y Defensa de la Vida de la Conferencia Episcopal de Colombia