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La Dra. Clara Maria Betancur de UxV responde al editorial del espectador sobre aborto legal

abortion-is-murderEstoy parcialmente de acuerdo con lo planteado en los dos primeros párrafos, pero, al leer lo que sigue, no puedo menos que pronunciarme al respecto, como ciudadana del común que respeta y proclama la vida de todos.

Primero, no hay un “derecho” a abortar: no lo dice el derecho internacional, y mucho menos lo dicen nuestra Constitución o nuestro Código Penal. Ni siquiera lo dice la muy nombrada y controvertida sentencia C-355/06 que, por cinco votos, nos obligó a todos los colombianos a aceptar y desensibilizar a muchos sobre un crimen cometido contra el colombiano más indefenso entre los indefensos: el bebé en el vientre.

Segundo, la interpretación que se le da a “salud mental” es arbitraria y carente de sustento, ya que el único que puede reglamentar lo que dijo la sentencia es el Congreso de la República. Y, que yo sepa, aún esta discusión no se ha dado en el seno de esta institución que nos representa como colombianos.

Por otro lado, se citan cifras que se han probado hasta la saciedad carentes de sustento y totalmente amañadas, para lo cual se pueden ver informes serios de médicos y académicos colombianos y chilenos, como los del doctor Elard Koch. No sobra decir que esa cifra de “400.000 abortos ilegales en Colombia” fue dada por el instituto Guttmacher, que es el centro de investigaciones de Planned Parenthood, multinacional abortista más grande del mundo, hoy investigada por vender partes de bebés abortados, y la cual hace aportes a entidades como Oriéntame (quien le hizo el aborto a la actriz).

Por último, se dice que las mujeres pueden abortar “de forma sencilla y segura”. Una cirugía para abortar, como cualquier cirugía, conlleva riesgos, esto cualquier médico lo sabe. Si es química, también, porque en su hogar no tiene un control de “profesionales”. Así que no es segura, sencilla tampoco, pues puede tener tanto secuelas físicas como psicológicas y emocionales. No por nada la misma actriz indicó que era un proceso “doloroso” y mujeres como Florence Thomas, gran defensora del aborto libre, también afirmó que jamás se practicaría otro aborto.

Además de lo anterior, considero que a este editorial le faltó mencionar algo crucial, más bien “alguien” crucial: el niño/a por nacer. No nos estamos refiriendo aquí a un ser humano en potencia, es un ser humano con potencial. Quien escribió este editorial, quien contesta este editorial, así como todos y cada uno de los que estamos en este mundo (sin excepción), primero fuimos mórulas, cigotos y fetos.

Clara M. Betancourt

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